Comentaba el otro día con unos compañeros si tuvieron algunos momentos malos durante la oposición. Todos coincidíamos en que sí. Pero todos también coincidíamos en que siempre creímos que podríamos sacarlo. Algún compañero incluso dijo que en todo momento estuvo ultra motivado con la oposición (no fue mi caso eeh).
Para mí fue bastante importante no ser “opo-derrotista”.
Intentar en la medida de lo posible tener una actitud optimista.
# El índice de hoy
Creérselo.
El diálogo negativo.
Número 45.
✍️ La cita de la semana.
1. Creérselo.
Yo creo que si quieres conseguir algo, has de creer que lo puedes conseguir. Que hasta en la peor de las situaciones vas a poder superar las adversidades.
Cualquier opositor o cualquier estudiante pasa por una fase de la preparación a la que he definido como “opo-derrotismo” en la que piensa: “no hay quien pueda estudiarse esto”, “no voy a llegar”, “me supera la situación”. En el fondo son pensamientos normales que se manifiestan como mecanismo de defensa ante la situación estresante que uno vive.
Sin embargo, es importante no permanecer mucho en esos “lugares mentales”. Salir de ahí. De esos bucles internos en los que uno se regodea en lo difícil que está siendo la preparación.
La preparación es dura. Pero en general es dura para todos los estudiantes que confluyen al proceso de oposición. Circunstancias personales aparte (ojo, no menoscabo su importantísima influencia) casi cualquier opositor no ve extrañas las sensaciones que he expuesto en el primer párrafo. Cualquiera podría describir la tensión antes de un examen, la presión por lo mucho que te juegas, las tardes que no te cunden, la soledad…
No obstante, ante todo este cúmulo de emociones, para mí era importante pensar y tener muy claro en mi interior que yo tenía altas posibilidades de aprobar. Igual no las tenía todas conmigo pero, estaba mentalizado de que sacar la oposición era posible y que estaba al alcance de mi mano. Con base en esa confianza, traté de definir aquellas acciones que me llevasen a ese objetivo.
2. El diálogo negativo.
Para mí, el momento más álgido de negatividad me llegó al final. Justo antes del examen oral.
Pasé una semana bastante mala. Durante todo el proceso, había llevado bastante bien la situación: tenía un horario bastante igual todos los días, una vida estable, sin muchos sobresaltos, me había adaptado a ese ritmo relativamente bien.
Pero llegó la última semana antes del examen oral.
Y, ay amigo.
Me asusté. Se me vino el mundo abajo. “¿Y si todo este esfuerzo no ha merecido la pena? ¿Habrá sido tiempo de mi vida echado a la basura? ¿Lo volvería a intentar si suspendo?”
Además de esos pensamientos, los repasos de los temas tampoco ayudaban. Tenía la percepción de no estar fino, de no recordar todo como me gustaría. Y, por encima de todo eso, la sensación de que no iba a llegar. No iba a lograr repasar todo lo que tenía planificado.
Tenía también el simulacro del examen esa semana. En general suelo ser echado para adelante para estas cosas, pero aquella semana, en cuanto a la oposición, solo quería meterme debajo de una mesa y que nadie me viese.
Con todo, llegó el simulacro, me conecté con mi preparadora, canté los temas que me salieron (tuve la suerte de que ya los había repasado) y no me salió del todo mal. De hecho, mejor de lo que esperaba antes de hacerlo.
Ese simulacro fue un viernes. Me animó un poquillo el resultado. Me di cuenta de que tampoco iba tan mal como esperaba. Pero a lo largo del fin de semana me vine otra vez un poco abajo.
Toqué un poco de fondo el día de antes. En la cena. Estaba con toda mi familia. Me derrumbé. Me atenazó otra vez ese pensamientos de: “con esto, no me va a llegar”.
Como es la mente de caprichosa muchas veces.
En ese momento, yo me sentí muy arropado por los míos.
3. Número 45.
Pasada la noche, llegó la mañana.
El día del examen me levanté especialmente tranquilo. Parecía que todo el lastre lo había soltado el día anterior.
Me acuerdo estar en casa, preparado para salir, de cachondeo. Más suelto y menos tenso. Recuperé esa tranquilidad que creo que, en general, me caracteriza. También recuperé esa confianza de: “aquí estoy y, en cualquier escenario, bueno o malo, tengo altas probabilidades de aprobar”.
Ya en el ministerio, los dos que cantábamos ese día estuvimos hablando, dándonos ánimos. También llegaron algunos de mis preparadores y me acompañaron hasta que terminó mi compañera. Llegó el examen oral, canté y me fui.
Lo peor que podía pasar no había pasado.
De hecho acabé aprobando.
De hecho, los dos que cantamos ante ese tribunal aprobamos.
Aprobé como número 45 de la promoción. La verdad que por un instante breve pensé en el número “tan bajo” que saqué. Pero prometo que se me pasó rápido. Fui el único que sacó el mismo número que utilizó Michael Jordan cuando volvió a jugar con los Chicago Bulls después de su primer retiro.
Es todo una cuestión de enfoque.
4. ✍️ La cita de la semana.
Para la mayoría de cosas importantes, el momento siempre es pésimo. […] Las estrellas nunca se alinearán y los semáforos de la vida nunca se pondrán todos verdes al mismo tiempo. El universo no conspira contra ti, pero tampoco se volverá loco para apartarte obstáculos del camino. Las condiciones nunca serán ideales. «Algún día» es una enfermedad que hará que te lleves tus sueños a la tumba. Hacer listas de pros y contras tampoco ayuda.
La semana laboral de 4 horas, Tim Ferris.
Con los libros que están en las estanterías de crecimiento/desarrollo personal/autoayuda de las librerías tengo siempre sentimientos encontrados. De primeras parecen consejos baratos que podrías encontrar en la caja de tus cereales del desayuno.
Sin embargo, La semana laboral de 4 horas tiene algunos puntos interesantes. Uno de los puntos principales que aborda Tim Ferris es el del diseño del estilo de vida. Cuál es la vida que quieres vivir. Y ese estilo, tratar de definir los pasos para llegar hasta él.
La cita de esta semana, aunque quizás todos hayamos escuchado un mensaje similar muchas veces, para mí ha sido un recordatorio no quedarme esperando y tratar de tomar acción en aquello que me ilusione.
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