Me encuentro otra vez a las 23:38 del jueves intentando escribir algo para tu tan querida newsletter.
Es julio, hace calor, mañana juega España… se junta un poco todo.
De pequeño en mi casa (como imagino en muchas casas) era muy habitual que la radio cubriese el silencio de fondo y sirviese de banda sonora de lo cotidiano. Por las noches el programa que se escuchaba por entonces era “La linterna” con especial atención a los primeros minutos.
Fue gracias a ese programa como conocimos mis hermanos y yo “Stand by me” de Ben E. King, canción con que abría la locución César Vidal.
Y todas las noches César Vidal comenzaba el programa con “Corría el año…”, y aportaba una bonita efeméride o un acontecimiento histórico que hilaba con el tema de actualidad del momento.
1. Corría el año 2023…
Corría el año 2023, cuando en una mañana calurosa de un 5 de julio me hallaba en una reunión en la oficina.
Habían pasado alrededor de dos semanas desde que hice mi último examen de la oposición a Ingeniero Industrial del Estado.
El caso práctico mucha gente suele decir que es el examen más difícil. Primero, porque prepararlo es muy complicado. El temario ya no se ajusta a unos temas con sus respectivos apartados y epígrafes, sino que surge del consenso del tribunal.
En el BOE pone tal que así:
Y nada más.
¿Y a qué se dedica un Ingeniero Industrial del Estado? Pues es una buena pregunta que probablemente pueda responderse en algún viernes futuro.
Volviendo al caluroso 5 de julio y a sus días previos, tanto mis compañeros como yo refrescamos varias veces la página web del ministerio para ver si habían colgado las notas del último examen.
La duda sobrevolaba mi cabeza: “no salí descontento del examen pero, ¿y si no aprobase?” Era una situación que podía darse perfectamente.
Con la cabeza en otro sitio intenté centrarme en el cuaderno y el boli, y apuntar lo que el proveedor que había venido a vernos quería decirnos.
Tampoco tenía que preguntar nada especial, ni tampoco tenía que estar especialmente atento, pero si recuerdo quedarme sorprendido con como uno de nuestros jefes eliminó de la ecuación rápidamente la conversación más puramente comercial y de márketing y se lanzó a degüello a conocer qué es lo que nos querían ofrecer. A pesar de no estar muy atento, me quedé bastante con esa anécdota.
Entre risas y pullas, miraba el móvil de vez en cuando.
Cuando en ese momento recibí un mensaje:
2. “Enhorabuena compañero”.
Un tanto expectante leí el mensaje.
Era de un preparador mío.
Entonces caí en la cuenta.
Había aprobado.
Abrí Google y me metí en la página del ministerio. Ahí estaba la relación de aprobados. Descargué el documento, lo abrí y allí estaba mi nombre, figurando entre los 70 que habíamos aprobado.
Qué subidón.
Pero claro, estaba en una reunión. Mi emoción siempre he imaginado que fue imperceptible. Aunque una de las piernas, de tanto moverla de forma nerviosa parecía que se me iba a desprender del resto del cuerpo.
Mi cerebro ya se había desconectado completamente de la reunión. Sin embargo, en vez de disculparme y salir un momento, ahí me quedé, flipando en colores.
Mandé un Whatsapp a todo el mundo con un pantallazo. El móvil empezó a recibir muchas notificaciones. Pero claro, estaba en la reunión y no podía salir.
De forma que ahí estuve, denegando llamadas, diciendo que en un rato las devolvía.
Había pasado bastante tiempo desde que empecé a opositar. Había visualizado mucho ese momento. Aunque, la verdad, nunca me imaginé que me darían el aprobado en una reunión en la oficina.
Siguieron muchos días de muchas celebraciones y de dar muchas noticias. Nunca había llegado tan lejos en un proceso selectivo. Siempre había caído en alguna fase anterior a la definitiva. Y aquí estaba, habiendo pasado la prueba final.
Siempre he pensado en que hubiese pasado si hubiese suspendido.
Sin embargo, me acuerdo mucho de una frase que dijo el polémico Kanye West en el año 2005, cuando recibió el Grammy por el mejor álbum de hip - hop:
Todo el mundo quería saber que haría si no ganaba este Grammy. Imagino que nunca lo sabremos…
Y se bajó del escenario.
3. Corría el año 2024…
Un año después, ya estoy incorporado a la vida administrativa como Ingeniero Industrial del Estado y este 5 de julio casi coincide con el primer examen de la nueva convocatoria de acceso al Cuerpo de Ingenieros Industriales del Estado.
El próximo sábado se celebrará ese primer examen para todos los opositores que se hayan presentado en esta edición.
Mi caso sólo es uno más. No hice nada especial, más allá de intentar esforzarme y dar lo mejor de mí. No fue un camino fácil ni rápido. Pero si tuvo un final satisfactorio.
Si estás leyendo esto y estás estudiando o preparándote para una prueba importante, ánimo. El 5 de julio de 2023 aprobé yo. Pero el 5 de julio de 2025 (o la fecha que sea) podrías ser tú.
4. 🎂 Algunas efemérides…
Viendo que hoy me quedo corto de palabras, me han gustado algunos hechos que ocurrieron el 5 de julio de años pasados:
1518: en Estrasburgo (en esa época parte del Sacro Imperio romano germánico), una mujer llamada Frau Troffea comienza a bailar incontroladamente en la calle durante una semana, gradualmente se le agregan decenas de personas, y un mes después había en las calles aproximadamente 400 danzantes (Epidemia de baile de 1518). La mayoría murió como consecuencia de infartos, ataques cerebrovasculares y agotamiento.
1943: en el marco de la Segunda Guerra Mundial, comienza la batalla de Kursk, la batalla de tanques más grande librada en la historia.
1954: en Estados Unidos, Elvis Presley graba su primera canción titulada «That's All Right».
1975: en Reino Unido, Arthur Ashe es el primer tenista afrodescendiente que vence una final en el Campeonato de Wimbledon.
5. ✍️ La cita de la semana.
Nunca, nunca jamás en un interrogatorio, hagas una pregunta a un testigo sin saber de antemano cuál es la respuesta; he ahí un axioma que yo había asimilado junto con los alimentos de mi niñez. Hazla, y a menudo obtendrás una respuesta que no esperas, una respuesta que puede echar a perder tu caso.
Matar a un ruiseñor, Harper Lee.
Tengo esta cita grabada en la memoria desde que vi la película de Matar a un ruiseñor. Ojo que también me he leído el libro, aunque igual tenga que releerlo este verano.
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